martes, 4 de febrero de 2014

reto 27




"Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega. Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios, y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas. Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más."

En el discurso del capítulo XXVIII del Quijote, Cervantes, genio de aclamadas virtudes literarias y no tan laureadas dotes bélicas, hizo todo un panegírico a favor de la profesión de soldado en contraposición al arte de los letrados. Él, como viejo milites imperial, anhelaba las glorias de los tiempos pasados, aquellos tiempos en los que España era dueña del orbe terrestre.
El autor del Quijote, pese a su originalidad en muchas otras facetas, en esta ocasión no hizo más que adherirse a un ideal que ya desde antiguo azotaba la imaginación ardiente de los hombres. El soldado artista, el militar apto para asesinar en el campo de batalla y escribir acto seguido luminosos y bellos versos. ¿Acaso Julio Cesar no representaba a la perfección esta curiosa simbiosis? ¿No fue el mismísimo Homero un poeta consumido por los ardores de la guerra?
Sí, desde los primeros tiempos la guerra y la literatura parecen por contradictorio que parezca inextricablemente unidas. Y como ejemplo de tan chirriante mezcolanza nada como echar un vistazo a la larga lista de héroes y artistas griegos. Pero cuidado, porque si escarbamos un poco más en ese ideal de tintes tan artificiosamente marciales quizá descubramos que no todos los griegos fueron tan amantes de la guerra como nos han hecho creer los viejos libros. 
Entre los numerosos poetas que la antigüedad clásica generó, existió uno, ejemplo señero de indisciplina y sublevación, que hastiado de los muchos rigores de la guerra decidió abandonar su escudo huyendo del campo de batalla en busca de los placeres de la vida tranquila. Aunque los versos que nos han llegado de este poeta son escasos, en ellos se puede apreciar los primeros atisbos de una subjetividad hasta entonces sepultada en pos del bien común. 

En el reto de hoy queremos saber:

1. Nombre del poeta que abandonó su escudo.

Pistas: Es demasiado fácil
Aviso: El reto es sencillo atendiendo a los requerimientos de los secundarios. 

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