martes, 27 de mayo de 2014

Reto 51


Estos últimos días, con motivo de las elecciones al parlamento europeo, los medios de comunicación no han cesado de repetirnos incansablemente la relevancia casi mística de la participación democrática. Sin embargo, lo que para los sicofantes televisivos de hogaño es el paradigma de la libertad y responsabilidad cívica, no es más que una rancia y mohosa reproducción de la antigua política griega.
La democracia actual es algo así como un crucero en el que los viajeros delegan su responsabilidad en los miembros de la tripulación, confiando en que éstos tengan la suficiente pericia para llevar la nave a buen puerto, cosa harto difícil de creer cuando se constata que no siempre son los mejores marineros los encargados de empuñar el timón. La democracia antigua, sin embargo, era un viaje a través de un piélago desconocido donde todos, viajeros y tripulación, eran una y la misma cosa. Nadie delegaba su responsabilidad en otros y la libertad consistía en ejercer el cometido político que implicaba ser un ciudadano. Por esa razón la democracia ateniense fue sin duda algo muy distinto a lo actual, y no sólo por el valor de sus políticos, sino por la responsabilidad y la altura de sus propios ciudadanos. De esta manera, la libertad, tan cacareada hoy en día, no era sinónimo de democracia, ya que ésta exigía un compromiso firme con la comunidad, con el otro; y el compromiso en la mayoría de las ocasiones esclaviza y recorta el campo de acción.
Siendo como es el último reto de la temporada me voy a permitir la licencia de reproducir las palabras de un eminente aunque desconocido historiador de la antigüedad, las cuales ilustran a la perfección los tiempos actuales:

"Libertas era un concepto vago y negativo: libertad del régimen de un tirano o de una facción. De ahí se sigue que libertas, lo mismo que regnum o dominatio es un término apropiado para el fraude político. A la libertas se la invoca, las más de las veces, en defensa del orden imperante por individuos o clases que disfrutaban del poder y la riqueza. La libertad del aristócrata romano significaba el régimen de una clase y la perpetuidad del privilegio".

Estas palabras, hoy chocantes y casi escandalosos, fueron escritas en 1939 ante el avance de los fascismos  con un aire de tristeza y apatía muy similar al que se respira en la obra de Tácito, antiguo historiador romano. Como veis, los tiempos han cambiado menos de lo que se piensa. Espero que los retos de este curso os hayan ayudado a percataros de que el hombre, pese a su imparable avance tecnológico, no ha cambiado nada...

En el último reto de la temporada queremos saber:

1. ¿Quién fue el autor de la cita anterior?

Pistas: Su obra fue una auténtica revolución romana...

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