sábado, 5 de octubre de 2013

Omnes vulnerant, ultima necat


A todos nos aburren las biografías al uso, arduas y tediosas por la falta de interés que generan los propios comentaristas y hagiógrafos. Abrumados por enormes cantidades de información nos perdemos en detalles nimios y al concluir su lectura nos preguntamos: ¿realmente fue interesante su vida? Pero estas decepciones suelen ser provocadas por la tendencia que tenemos a reducir la complejidad de la existencia a un solo aspecto. Muchos biógrafos, impulsados por la rigurosidad, entienden que Newton no fue más que un físico, Velázquez un pintor, y César un crápula conquistador. Sin embargo, detrás de las efigies de estos monumentales personajes se esconden las vidas de hombres como tú y como yo, con sus amores y odios, penas y alegrías, ilusiones y tristezas... En esta sección no vamos a prodigarnos en extensas monografías, ni a perdernos en los vericuetos de historias intrascendentes. No, en esta sección aplicaremos el zoom al momento más trascendente en la vida de los hombres, la muerte; porque es en este tránsito donde se puede apreciar el talante del personaje en cuestión.
Hay muertes de todos los tipos: honorables, rastreras, bellas, horribles, cómicas, tristes, esperpénticas, misteriosas...; pero no hay ni un sólo óbito que sea igual a otro. Por ello, el momento de abandonar este mundo se torna en un hecho tan importante en las biografías de algunos personajes.
El finado que va a inaugurar nuestra sección hoy es Tycho Brahe, astrónomo sueco del siglo XVI y conocido polemista de la teoría heliocéntrica. No voy a perder tiempo describiendo su vida, ya que disponéis de cantidades ingentes de libros para satisfacer vuestra infantil curiosidad. Tan sólo nos centraremos en su muerte, tan absurda como increíble. Cuenta  Kepler que estando su mentor Brahe disfrutando de un banquete en Praga, comenzó a sentir una creciente indisposición. Temiendo parecer poco educado evitó visitar el excusado, lo cual le acarreó una uremía que le condenó a pasar el resto de sus días agonizando en su lecho. La leyenda comenta que antes de morir, y consciente de lo absurdo de la vida, pronunció las siguientes palabras: "Ne frustra vixisse videar", que traducido podría ser algo así como "Quizá no haya vivido en vano". 
Seguramente no lo hizo, cuando nos legó un episodio tan cómico como el de su muerte. 
Espero que esta primera entrega os haya servido para saber, que cuando la necesidad obliga, es cometido aliviarse con apremio. Pero no penséis, mis pícaros alumnos, que amparados en esta leyenda os vaya a dejar ir al retrete siempre que lo deseéis. En ocasiones es conveniente sufrir los rigores de la contención...

1 comentario: